Ser reverente es sentir temor y guardar respeto ante la presencia de Dios en su santo templo (ver Lev 19:30; 26:2). Implica postrarse, humillarse y venerar al creador (Jos 5:14). Todas estas acciones se sintetizan en una sola palabra: adoración. Una actitud reverente es una respuesta a los actos salvíficos de Dios en nuestras vidas (Sal 5:7). Como el Señor nos guió a su luz admirable y somos copartícipes del reino eterno de Cristo, él desea que “demostremos gratitud” y le “ofrezcamos un servicio aceptable con temor y reverencia” (Heb 12:28). En realidad, como se mencionó el día de ayer, la salvación produce verdaderos adoradores, que respetan a su creador en cualquier lugar donde se invoca su presencia.
Según Nehemías 1:11, los siervos de Dios se deleitan en reverenciar su nombre. Ellos no lo respetan por miedo a algún castigo; más bien, se gozan de estar ante él. Su gloriosa presencia limita alguna actitud inapropiada. Dios bendice a los reverentes. Lucas 1:50 registra que los que le temen, recibirán su misericordia y serán recompensados (cf. Ap 11:18). Ahora, yendo a la práctica, necesitamos responder a una pregunta ¿Qué debemos hacer para ser reverentes ante la presencia de Dios?
Mi oración: “Ayúdame a respetarte cada vez que se invoque tu nombre. Necesito humillarme ante ti y venerarte. Si hasta ahora no lo hice, perdóname. Te pido también que me ayudes a practicar las siete recomendaciones para ser reverente. Sé que si las practico, seré muy bendecido”.
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AutorOscar S. Mendoza. Pastor, teólogo y escritor. Sirve en la Misión del Oriente Peruano, Tingo María, Perú. Archivos
October 2019
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